miércoles, 10 de agosto de 2011

Dream Team


Cicerón


1.

Fue en la biblioteca del colegio Jesuita donde encerraron a Gabriel. Porque no se había afeitado. No lo amonestaron, pero le dijeron que iba a tener ausente aquel día.
- Bueno, entonces me vuelvo a mi casa. - le respondió Gabriel a la celadora.
- No, no puede porque el colegio es responsable de usted en horario de clase.
- Entonces me afeito en el baño.
- No, usted se queda acá y no se mueve hasta la una y media - dicho esto, la celadora que también era profesora de religión cerró la puerta de madera y vidrio esmerilado.

Gabriel se sentó ofuscado y pensó en lo irónico de la situación: justo la celadora que tenía pelos en la papada lo castigaba a él por dejarse una barba de fin de semana. También pensó que hubiese preferido que lo retengan en el gabinete de informática, donde podía ponerse a jugar o al menos charlar con la encargada que era joven y estaba buena. Pero no, estaba en la biblioteca con la secretaria que también quería ser profesora de inglés, y esta señora tenía la idea de que hablando pura y exclusivamente inglés con los alumnos sus chances de promoción aumentarían. Por supuesto Gabriel nunca entendió una chota de inglés, porque las maestras del colegio eran lamentables y nunca quiso ir a una academia privada. La condena era perfecta. Su mejor opción fue dormir.

2.

Todo es verde. La cancha de fútbol es verde el cielo es verde las redes rotas de los arcos son verdes los peces atrapados en las redes son verdes. De un lado está el plantel de Ferrocarril Oeste del 69, del otro, un dinosaurio verde, un tipo disfrazado de Linterna Verde, tres cocodrilos y Jesús. Todo es verde pero con tonalidades: verdes más opacos, más eléctricos, más amarillentos, más lavados, hay tantas tonalidades que si uno se fija con paciencia, las diferencias se van intensificando hasta que no se nota el verde y todo comienza a volverse cromáticamente correcto. Ferro está por sacar pero Linterna verde se queja: Son once contra siete. Acuerdan mezclarse.

El capitán de Ferro comienza un pan queso con el dinosaurio:- Pan.
-Grrrhhhwoaaaaaaahhh - el tiranosaurio lo aplasta al primer paso. La sangre es verde.

Sumamente alterados, el resto de los jugadores de Ferro se prestan a sacar, pero el tipo disfrazado de Linterna Verde vuelve a quejarse de la injusticia: aún son diez contra siete, de los cuales cuatro son reptiles o antecesores prehistóricos de reptiles. Pero a Ferro esto no le importa y sacan, entonces con gran rapidez Jesús corta a la mitad a cada uno de los tres cocodrilos y de cada mitad brota un mellizo Barros Schelotto y con más prisa aún transforma al tiranosaurio en el Pocho Lavezzi. Esto hace pensar a uno que Jesús al fin y al cabo no es tan poderoso porque podría haberlo transformado en otro mejor. De cualquier forma quedan diez contra diez y empieza el partido.

El tipo disfrazado de Linterna Verde hace un lazo de poder que atrapa a lo que queda del plantel de Ferro y los tres pares de mellizos comienzan a hacer miles de pases intrascendentes en mitad de cancha. De repente le tiran un pelotazo a Lavezzi que la para de pecho, corre como desaforado yendo y viniendo por la banda derecha sin inmutarse por los gritos de los compañeros de equipo y al llegar al banderín del córner rival por tercera vez tira un centro exorbitante, imposible, pero Jesús atento, atlético y milagroso se remonta por los aires y hace una santa chilena. Entonces suena una alarma.

Gabriel tardó un tiempo en entender que era el timbre del recreo.

3.

Gabriel levantó la cabeza espasmódicamente. Sami lo está mirando. Se apura en limpiar los restos de baba que quedaron en la mesa de madera de la biblioteca. Sami todavía lo mira. Gabriel siente una especie de atontamiento, una resaca extraña, no entiende cómo hizo su compañero de intercambio de Japón para llegar tan rápido a la biblioteca, si el timbre había sonado hacía segundos y el aula que compartían estaba cruzando todo el patio del colegio. Sami seguía mirando a Gabriel y no al libro de cuentos para niños que tenía entre sus manos.

Gabriel no conocía nada de Sami, ni siquiera su nombre completo que era como un trabalenguas inacabable que sonaba como Samgochitakatorikwagachi. Algunos en el colegio le decían Miyagui, pero era un chiste demasiado obvio y pelotudo para Gabriel. Sami lo seguía mirando implacablemente.

Gabriel sabía que el japonés hablaba muy poco español, nadie hablaba nunca con él, y por eso en los recreos iba a la biblioteca a practicar con los cuentos de los estantes de los primeros grados. También allí conversaba con la bibliotecaria/potencial profesora de inglés, que ya había desarrollado un amor patológico por el estudiante, de tal calibre que a veces incluso abochornaba a Sami. Gabriel sintió la necesidad de explicarse:
- Me mandaron acá porque no me corté la barba - dijo despacio, gesticulando y señalándose el mentón peludo.
Sami hizo una mueca de risa y dijo con dificultad:
- Es raro. Este colegio es para gente que cree en Jesús y Jesús tenía barba - en ese momento da vuelta y le muestra a Gabriel el librito ilustrado que estaba leyendo y en donde se veía un dibujo de Jesús y sus discípulos pescando con redes en un bote. Jesús tenía barba.




3 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenísimoo!!! no pude evitar leerlo con el tono y los silencios característicos de Marcos cuando lee!! así fue mas gracioso aún. Saludos !! Melody

LALE dijo...

Es MUY bueno Marcos!! Y excelente la parte donde "todo es verde". :D

YN dijo...

hace tiempo no leia este blog, me gustó volver a leerlo.