sábado, 30 de junio de 2012

Sirenas con su voz llevaron mi barco de sueños a la pileta de su casa


Al acostarme recuerdo al presentador de la tele explicando cómo una bala debe atrevesar un metro de agua para perder su capacidad de matar. Pienso en las cajas de las balas que guardaba el abuelo la estantería de su taller. Recuerdo su dedo deforme y sus historias de la guerra y recuerdo vagamente una canción / dos viajes a uruguay / tres parejas inestables / un chaparrón

Escucho claramente:
el sonido de una piedra rompiendo la superficie del agua / desde abajo del agua.
El sonido de esa piedra cayendo en espiral/ hasta el fondo del mar / su sonido al hundirse en el fondo arenoso con el correr de los años

había una vez una chica que se escapó de un cuento para meterse en otro
y había también un chico que no quería pensar en eso

Escucho el sonido de la luz de tiza que me golpea en la cara a través de un vidrio sucio. La luz y el sonido / de alguna manera son lo mismo

recuerdo que nos sentamos de espaldas al mar y / echamos nuestros cuerpos en la arena fría. las olas estallaban de izquierda a derecha y barrían nuestras cabezas / de derecha a izquierda / hasta perderse lejos como los autos que pasan a la noche.

jugar al indio al agua en la pileta de su casa decirle te amo abajo del agua y dejarla llegar al otro lado

había una vez una chica que se escapó de un cuento para meterse en otro
y
el sonido de cincuenta orejas mariposa aleteando torpemente hasta precipitarse al agua, el sonido de una bala atravesando cincuenta centímetros de agua y un oído, la alarma de mi primer reloj sumergible sonando abajo del agua

cantar canciones sumergidas / gesticulando para que el otro adivine, no adivinamos nada pero nos reímos mucho recuerdo el sonido de su voz el día que el vecino nos encontró cogiendo en la pileta y el sonido del agua entrando en mis oídos y tapándolos

la silueta de su cuerpo de sirena mira el sol contra la ventana

y un chico que no quería pensar en eso




miércoles, 13 de junio de 2012

calle sin nombre, al fondo


*
hay que hacer algo con las paredes
me dijo
primero
barrer el living
después
acomodar los sillones viejos
y echar al perro
de lo que será mi cama

**
las paredes tienen grietas
y desde un ángulo específico
se puede ver la luz del día
la vecina se llama maximina de la cruz
todas las tardes se sienta
junto a un ramo de bananas verdes
y las mira madurar

***
la puerta del patio tiene candado
no sabemos dónde está la llave
no podemos salir
las hormigas entran igual

****
llueve suave
el techo es de chapa
la casa es una banda de jazz
la gente del pueblo saluda silbando
y nos invitan caña manabita
a cambio de que les contemos historias
de argentina y estados unidos


*****

a la marihuana
se la compramos a omar
vive en el hotel donde trabaja
desde que su mujer lo dejó
al atardecer lo ví nadando lejos
en la entrada del río al mar
por los espacios
entre las paredes y el techo
entran pájaros y murciélagos

******
cuando llegaron los mendocinos
el living se achicó
y la cocina se expandió

*******
maximina nos regaló bananas
le regalamos dulce de melón
y nos regaló naranjas

********
los vecinitos
se llaman milena y oscar
de día juegan con los pollos
que sus madres cocinarán de noche


*********
el living se volvió a ensuciar
y nunca adornamos las paredes
estaban bien así.

*****************

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Hojas de cerezo


Amanecimos en la última plaza de la última aldea antes de las montañas.
Pasamos media mañana quitándonos los piojos de las palomas.
Para el mediodía ya estábamos aprovisionados,
no mucho, lo elemental.
Dátiles,
una bolsa de arroz,
jirones de carne seca,
dos botellas de alcohol de ciruela.

Caminar hacia las montañas es hacer una promesa
nunca se piensa en volver atrás.
Como el otoño nunca vuelve al verano y las hojas no reverdecen al caer,
nosotros caminamos sin hablar ni desear.
Caminamos descalzos en paz.

Y cuando por los senderos de piedra
y plantas de flores viejas
la luz blanca empezó a verse dorada
vimos el claro, el paredón y el río.
Es curioso el tiempo, pero más la velocidad.
Cinco centímetros es el espacio que recorre una hoja de cerezo en un segundo al caer.
Cinco millas es el espacio que se desplaza un alma durante un atardecer.

Seguíamos sin hablar
cada uno disfrutaba su energía
daba placer compartir esa comodidad.
Hasta allí habíamos llegado y la transformación se hizo perceptible.

Nos bañamos en el río,
revolviendo las piedras del fondo,
encontré la más hermosa y la volví a cubrir.

Acaricié la tierra, el polvo milenario,
la piedra, la corteza.
Mis pequeñas manos huesos de bambú
los años las hicieron dóciles y los años las volvieron imprecisas,
las proyecté al cielo y la carne reveló su transparencia secreta.
Empujé las nubes y lloré por última vez.

Cerré mis ojos con el último sol
con fuerza
intentando empujar esa luz al centro de mi naturaleza
deseando que me acompañe hasta volver.
Prendimos un fuego, quemamos nuestra ropa y comimos.
Entonces escuchamos la tormenta llegar.
Todo fue perfecto.

Ginebra con coca


Apaga la luz con su espalda, sin querer, y la oscuridad inesperada los calienta todavía más.Por el vidriecito de la puerta entra una luz imprecisa, nebulosa y la música de la fiesta se escucha acartonada.

Se agarran de los brazos, de la espalda. Ella presiona y separa sus homóplatos con los dedos. Salta lento y cruza sus piernas alrededor de la cintura de él, que tambalea, se envuelve en la cortina y cae en la bañera. Ella encima de él, la nuca de él sobre los azulejos. Siente olor a lluvia y la sigue besando.

Se acomodan como pueden, las piernas trenzadas, las manos serpenteantes, decididas, y besos secos de alcohol en demasía. El novio de su hermana está totalmente duro, y a ella no le importa catapultarse, hundirse en ese pozo, se siente llevada por una crecida inapelable.

Levanta su remera, baja la mano por su abdomen, desprende el botón, acaricia apenas entre la piel y el boxer, siente su vello y tocan la puerta.

Silencio. Respiraciones irregulares.

Alguien baja el picaporte.

Vuelve a subir.

Nadie abre la puerta.

A veces la literatura es así, nada pasa. En la bañera él se toca la cabeza y mira su mano, tiene sangre. Afuera bailan cumbia.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Dream Team


Cicerón


1.

Fue en la biblioteca del colegio Jesuita donde encerraron a Gabriel. Porque no se había afeitado. No lo amonestaron, pero le dijeron que iba a tener ausente aquel día.
- Bueno, entonces me vuelvo a mi casa. - le respondió Gabriel a la celadora.
- No, no puede porque el colegio es responsable de usted en horario de clase.
- Entonces me afeito en el baño.
- No, usted se queda acá y no se mueve hasta la una y media - dicho esto, la celadora que también era profesora de religión cerró la puerta de madera y vidrio esmerilado.

Gabriel se sentó ofuscado y pensó en lo irónico de la situación: justo la celadora que tenía pelos en la papada lo castigaba a él por dejarse una barba de fin de semana. También pensó que hubiese preferido que lo retengan en el gabinete de informática, donde podía ponerse a jugar o al menos charlar con la encargada que era joven y estaba buena. Pero no, estaba en la biblioteca con la secretaria que también quería ser profesora de inglés, y esta señora tenía la idea de que hablando pura y exclusivamente inglés con los alumnos sus chances de promoción aumentarían. Por supuesto Gabriel nunca entendió una chota de inglés, porque las maestras del colegio eran lamentables y nunca quiso ir a una academia privada. La condena era perfecta. Su mejor opción fue dormir.

2.

Todo es verde. La cancha de fútbol es verde el cielo es verde las redes rotas de los arcos son verdes los peces atrapados en las redes son verdes. De un lado está el plantel de Ferrocarril Oeste del 69, del otro, un dinosaurio verde, un tipo disfrazado de Linterna Verde, tres cocodrilos y Jesús. Todo es verde pero con tonalidades: verdes más opacos, más eléctricos, más amarillentos, más lavados, hay tantas tonalidades que si uno se fija con paciencia, las diferencias se van intensificando hasta que no se nota el verde y todo comienza a volverse cromáticamente correcto. Ferro está por sacar pero Linterna verde se queja: Son once contra siete. Acuerdan mezclarse.

El capitán de Ferro comienza un pan queso con el dinosaurio:- Pan.
-Grrrhhhwoaaaaaaahhh - el tiranosaurio lo aplasta al primer paso. La sangre es verde.

Sumamente alterados, el resto de los jugadores de Ferro se prestan a sacar, pero el tipo disfrazado de Linterna Verde vuelve a quejarse de la injusticia: aún son diez contra siete, de los cuales cuatro son reptiles o antecesores prehistóricos de reptiles. Pero a Ferro esto no le importa y sacan, entonces con gran rapidez Jesús corta a la mitad a cada uno de los tres cocodrilos y de cada mitad brota un mellizo Barros Schelotto y con más prisa aún transforma al tiranosaurio en el Pocho Lavezzi. Esto hace pensar a uno que Jesús al fin y al cabo no es tan poderoso porque podría haberlo transformado en otro mejor. De cualquier forma quedan diez contra diez y empieza el partido.

El tipo disfrazado de Linterna Verde hace un lazo de poder que atrapa a lo que queda del plantel de Ferro y los tres pares de mellizos comienzan a hacer miles de pases intrascendentes en mitad de cancha. De repente le tiran un pelotazo a Lavezzi que la para de pecho, corre como desaforado yendo y viniendo por la banda derecha sin inmutarse por los gritos de los compañeros de equipo y al llegar al banderín del córner rival por tercera vez tira un centro exorbitante, imposible, pero Jesús atento, atlético y milagroso se remonta por los aires y hace una santa chilena. Entonces suena una alarma.

Gabriel tardó un tiempo en entender que era el timbre del recreo.

3.

Gabriel levantó la cabeza espasmódicamente. Sami lo está mirando. Se apura en limpiar los restos de baba que quedaron en la mesa de madera de la biblioteca. Sami todavía lo mira. Gabriel siente una especie de atontamiento, una resaca extraña, no entiende cómo hizo su compañero de intercambio de Japón para llegar tan rápido a la biblioteca, si el timbre había sonado hacía segundos y el aula que compartían estaba cruzando todo el patio del colegio. Sami seguía mirando a Gabriel y no al libro de cuentos para niños que tenía entre sus manos.

Gabriel no conocía nada de Sami, ni siquiera su nombre completo que era como un trabalenguas inacabable que sonaba como Samgochitakatorikwagachi. Algunos en el colegio le decían Miyagui, pero era un chiste demasiado obvio y pelotudo para Gabriel. Sami lo seguía mirando implacablemente.

Gabriel sabía que el japonés hablaba muy poco español, nadie hablaba nunca con él, y por eso en los recreos iba a la biblioteca a practicar con los cuentos de los estantes de los primeros grados. También allí conversaba con la bibliotecaria/potencial profesora de inglés, que ya había desarrollado un amor patológico por el estudiante, de tal calibre que a veces incluso abochornaba a Sami. Gabriel sintió la necesidad de explicarse:
- Me mandaron acá porque no me corté la barba - dijo despacio, gesticulando y señalándose el mentón peludo.
Sami hizo una mueca de risa y dijo con dificultad:
- Es raro. Este colegio es para gente que cree en Jesús y Jesús tenía barba - en ese momento da vuelta y le muestra a Gabriel el librito ilustrado que estaba leyendo y en donde se veía un dibujo de Jesús y sus discípulos pescando con redes en un bote. Jesús tenía barba.




jueves, 21 de julio de 2011

Los ojos de papá y los de Bielsa



Cierto día y con mucho asombro Rodrigo se dio cuenta que los ojos de su papá eran muy diferentes a los suyos.

Fue una mañana en el colegio cuando la maestra pidió que dibujen las familias, y que después las pinten. Rodrigo se había dibujado con unos ojos enormes marrones y amarillos, pero los ojos de papá eran mucho más chiquitos y por más que Rodrigo cerrara los ojos fuerte fuerte para intentar recordar el color, no podía. Del dibujo fueron los únicos ojos que no pintó.

Ese fin de semana, ni bien papá bajó del avión, lo primero que Rodrigo hizo fue mirarlo mucho. Lo miró de lejos, bien chiquito bajando las escaleritas en la pista. Lo miró mediano buscando su bolso en la calesita de equipajes. Y lo miró grandote mientras abrazaba a mamá, pero ni aún ahí los ojos de papá se abrieron lo suficiente. Rodrigo pasó todo el viaje de vuelta a casa tratando de ver por el espejo retrovisor los ojos con forma de cerradura de papá, pero con los saltos del auto se mareó, seguro porque tenía los ojos demasiado grandes. Entonces pensó que podía ser que los ojos chiquitos eran solo para gente inteligente, porque él todavía no era tanto y su papá era mucho. Recordó también a Alfonso que era el chico más tonto del grado y tenía los ojos muy grandes y la cara muy redonda. Recordó también los ojos de Bielsa y que según su papá era el director técnico más inteligente del mundo y Bielsa no tenía ojos tan chiquitos como papá, pero papá era seguro mucho más inteligente que Bielsa. Sólo por las dudas le preguntó a mamá:

- ¿Mami yo tengo los ojos más grandes que papá porque todavía no soy tan inteligente?

Mami abrió los ojos mucho más grandes que siempre, después los entrecerró, y mientras los movía mucho le respondió a Rodrigo:

- No Rodri, los ojos de los nenes dependen más que nada de cuanto ama mamá a papá. Cuanto más más ama mamá a papá, más lo extraña cuando no está, y como mamá ama taanto taaanto a papá y papá se va taaan lejos y taaaaanto tiempo, es que tus ojos son taaan grandes y taaaan lindos... Y también sos negro Rodrigo, date cuenta.

domingo, 17 de abril de 2011

linda botella


como gotas de alcohol
se evaporan
los días de luz

brindo por eso




miércoles, 13 de abril de 2011

sábado, 2 de abril de 2011

Noche niebla montaña



Estacionamos el auto en la banquina ampliada,
esas que sirven para dar la vuelta
en caminos demasiados estrechos.

La visión no superaba los dos metros con las luces encendidas.
Apagamos el motor y giré la perilla de las luces.
Los músculos de las piernas se relajaron.

Éramos cuatro en el auto y todos entendimos
el silencio
era la mejor manera de encarar el momento.

Algo que sin duda era peligroso,
daba una sensación de felicidad química.

Bajamos
la neblina se sintió
en los pulmones
en la piel de los ojos
olor a plantas desconocidas
imaginábamos animales entre ellas.

En medio de tanta oscuridad
difícilmente se distinguen colores
las montañas
insinuaban perfiles titánicos, texturas indescifrables,
en la cornisa, empezaba el mar,
pero no el mar en sí,
sino el sentimiento
la neblina
era el mar y el cielo
al mismo tiempo.

Meamos, gritamos, nos sentimos inmortales, ridículos, plenos.
Latente el miedo.
No conocíamos el lugar.
El R9 no siempre se hace querer.
El embrague venía haciendo un ruido extraño.
Di contacto,
conecté el mp3 al estereo prehistórico
Pearl Jam, Betterman.
Volumen extremadamente bajo.

Nos sentamos en el piso y en el capot del auto.
Armamos uno.
No importó más nada.



martes, 22 de marzo de 2011

chorizo de agua


un chorizo de agua descontrolada
sale de la parecita que da a la calle
junto a una planta de granadas
inunda el jardincito dos por dos

qué malos que son
qué malos que son
¿porqué hacen esto?

venden el bronce abuela
¿dónde está la llave de agua?

el canterito que separa al jardín de la vereda es insignificante
lenguas de agua se derraman por sobre el cordón cuneta
arrastran algunas hojas
y todo se acumula en la esquina

el dolor de mi abuela me parece lógico
le robaron la canilla
pienso que es un excelente titular para crónica tv

lunes, 24 de enero de 2011

martes, 14 de diciembre de 2010

9


tres cosas te voy a decir
tres veces
una por cada año que pasaste junto a ella

los sueños se olvidan
la gente cambia
el amor existe

x 3

lunes, 15 de noviembre de 2010

jueves, 28 de octubre de 2010

sábado, 23 de octubre de 2010